Akenara ha reconstruido el templo de Ra Mon, ladrillo a ladrillo, hechizo a hechizo, empuñando su vara mágica. Aunque utilizó la magia, el proceso no fue nada fácil; cada conjuro la extenuaba, y cada jeroglífico tallado requería muchísima precisión. Trabajó haciendo uso no solo de la magia, sino también de rituales y con mucha determinación. Ha vuelto a construir el templo tanto como arquitecta como devota.

Solo conseguir el permiso llevó años; Eternal Basthet, soberana de los Reinos libres, se mostró reticente a aprobar la reconstrucción. El templo original arrastraba un pesado legado, manchado por la sombra del reinado de Akhenotep. En su día, lo que se suponía que sería un santuario se convirtió en el escenario de ritos macabros y ceremonias prohibidas. Eternal Basthet, que temía que la historia se repitiera, se mantuvo alerta ante cualquier intento de reapertura del yacimiento.

Pero la sacerdotisa no se amilanó. Su devoción por Ra Mon nunca flaqueó, y a través de repetidas audiencias y peticiones, defendió su petición. Argumentó que Ra Mon se había retirado de los Reinos libres cuando cayó su templo, enfurecido por el sacrilegio cometido en su nombre. Y ahora está segura de que solo podrán llamarlo e invocarlo de nuevo a este mundo mediante la reverencia, la pureza y la restauración del templo.

La reconstrucción fue un acto de redención y Akenara no tiene dudas: cuando se coloque el último bloque y se vuelva a encender el fuego sagrado, Ra Mon regresará.

Akenara es un monstruo de control de magia y tierra con activación de recuperaciones, megadetención temporal, detención temporal, maldición y eliminación de energía.

Rasgo de evolución:
Rango 0: endurecimiento
Rango 1: inmunidad al noqueo
Rango 3: ejecución de estados: aplica maldición a todos los enemigos al principio de su primer turno\n