Cuando Malair era un niño, su madre, Froma, le enseñó todo lo que sabía con la esperanza de que, algún día, se convirtiera en un hechicero con suficiente poder para proteger el planeta. Durante un tiempo, se convirtió en ese hechicero, pero no tardó mucho en empezar a jugar con la magia oscura.
Ese interés por el mal era algo que había heredado de su otro progenitor, Malfeitor, que era todo lo contrario a Froma. Una vez que Malair adoptó su lado malvado, nunca se echó atrás, para consternación de su madre.
Aunque, la verdad, Malair era un villano excepcional. Tenía un verdadero talento para el mal. Trabajó en solitario durante años, pero cuando aparecieron villanos más jóvenes que le superaron, en lugar de desaparecer fundó el escondite de los supervillanos, un centro de entrenamiento donde reclutó, educó y preparó a decenas de monstruos que luego se convertirían en un ejército de supervillanos a su servicio. De esta forma, el hecho de que estuviera envejeciendo no importaba, porque tenía un equipo de villanos más jóvenes a su servicio.
Era un buen modelo de negocio, o al menos eso pensaba todo el mundo. Todos menos Malfeitor. En su opinión, Malair nunca hacía nada bien. Nunca aprobaba nada de lo que hacía su hijo y pensaba que nunca tendría éxito sin su ayuda. Por eso, cuando fue el primer monstruo que encontró nébula, Malfeitor decidió coger una parte y llevársela a Malair, no solo para ayudarlo, sino también para demostrar que si conseguía hacerse más fuerte que nunca, sería gracias a él.
Sin embargo, puede que tras su transformación Malairion por fin vaya a sorprender a su padre. Ahora tiene un gran plan.
Malairion es un atacante de magia con maldición, odio a un elemento aleatorio y efectos potenciadores del daño. Tiene un rasgo de evolución: en el rango 0 está endurecido, en el rango 1 se convierte en inmune a la ceguera y en el rango 3 obtiene inmunidad al noqueo al principio de cada batalla.