Panion y Pangoliath se conocieron en el hospicio en la que vivían. Ambos eran huérfanos desde tan pequeños que ni siquiera recordaban el aspecto de sus padres. Se hicieron amigos enseguida, pero cuando el hospicio cerró por falta de fondos, su vínculo se hizo más fuerte, y se convirtieron en hermanos. Sin nada que comer ni un lugar dónde vivir, Panion y Pangoliath se vieron obligados a robar para poder sobrevivir.
Dormían en las orillas de los caminos y asaltaban a desafortunados viajeros a los que robaban cualquier cosa, desde dinero hasta una pieza de fruta. Pero, entonces, se encontraron con una víctima que era diferente al resto. Viajaba hacia el este por el camino que conducía al Reino de luz. Llevaba una túnica azul raída y, cuando los dos ladrones le asaltaron, no se asustó en absoluto. Al contrario, les lanzó una larga mirada empática, sacó dos manzanas de su sombrero y se sentó con ellos en una roca junto al camino.
Panion y Pangoliath le contaron su historia y, acto seguido, el monstruo les dijo que fueran con él. "Acabo de dejar mi trabajo como mago en el Reino de luz, quizá pueda dedicar algo de tiempo a enseñaros un par de cosas útiles. Además, hay una pequeña cabaña junto a mi casa. Está llena de trastos, pero si me ayudáis a limpiarla, podréis vivir allí si queréis", dijo. Sonaba demasiado bueno para ser cierto, pero, por una vez en su vida, las cosas salían bien para Panion y Pangoliath.
El viejo mago cumplió su palabra. Les dio un hogar y una educación y, gracias a sus conocimientos de los caminos, pudieron trabajar como mensajeros. Con su primer sueldo compraron al mago un pastel, que recibió junto con una nota que decía: "Gracias, Pandalf."
Panion es un atacante de luz con inmunidad al control, rompeescudos, noqueo y habilidad espejo. Tiene un rasgo de evolución: en el rango 0 es inmune al noqueo, en el rango 1 se convierte en resistente y en el rango 3 obtiene inmunidad al control al principio de cada batalla.